martes, 31 de diciembre de 2013

(Inserte aquí título para la típica entrada de todos los años)

Lo típico sería empezar esta entrada con cosas como "¡Cuánto tiempo sin pasarme por aquí! ¡Tenía esto abandonado!", pero paso de decir lo mismo cada vez que me da la gana de volver al blog, aunque bueno... No paso de escribir la típica entrada de todos los años, esa publicación de resumen de mi vida, precisamente de ese año, con sus cosas buenas y con sus cosas malas. La verdad es que no. Y la verdad es que también os seguiré chapando con mi vida, porque no dejaré de hacerlo mientras tenga algo que contar.

2013... Qué rápido te has pasado, maldito. Hace nada era año nuevo, y no puedo olvidar a mi padre tras las campanadas con su lado supersticioso diciendo "Uh, 2013, este año no va a ser muy bueno...", y yo, pensando "Eso que te crees tú", con una sonrisa en la cara, a pesar de no saber nada de lo que me esperaba. No sé, quizá al haber comido lacasitos en lugar de uvas, no sé, me dieron poderes especiales  más suerte que las típicas "uvas de las suerte", o simplemente tenía el presentimiento que este año iba a ser totalmente diferente a los demás.

Y vamos que lo ha sido, para bien (sobre todo) y para mal. En este año me he dado cuenta de muchísimas cosas, las cuales me han hecho aprender más de la vida y de aquellos de los que me rodean. Me he dado cuenta de tanto... que, en realidad, todo son sorpresas. He perdido mucho, pero he ganado mucho más.